La vida es un amanecer que atardece, en la isla mágica también.
Ellos lo saben y miraban ese atardecer juntos en la playa de arena roja, abrazados.
Pasaron la noche bajo las estrellas y los rayos del nuevo día recorrieron sus cuerpos desnudos, los rayos del sol se entremezclaban con las suaves líneas onduladas mientras el pecho jadeaba en una entrega total y los labios recorrían cada rincón sin cesar.
Con la luz llegó el éxtasis definitivo y el comienzo de un nuevo día.
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